El crecimiento acelerado de las finanzas descentralizadas ha convertido a los NFT en algo más que simples objetos digitales coleccionables. Para 2025, los activos tokenizados se emplean cada vez más como garantía para obtener préstamos en criptomonedas, creando nuevas oportunidades financieras pero también desafíos relacionados con la volatilidad, la valoración y la claridad jurídica. Este artículo analiza el funcionamiento de este mecanismo, sus ventajas y los riesgos reales para prestatarios y prestamistas.
En los últimos tres años, los préstamos garantizados con NFT han pasado de ser un experimento a convertirse en un segmento funcional dentro de las finanzas descentralizadas. Protocolos como Arcade, NFTfi, Blend y Paraspace han implementado sistemas que permiten bloquear NFT para obtener préstamos en stablecoins o criptomonedas. Este modelo se ha vuelto especialmente atractivo durante las fases de recuperación del mercado, cuando colecciones consolidadas como CryptoPunks o Bored Ape Yacht Club recuperan liquidez y valor.
El principal impulso detrás de esta tendencia es la necesidad de liquidez sin tener que vender activos a largo plazo. Los propietarios que esperan una futura apreciación del mercado prefieren pedir prestado en lugar de desprenderse de sus tokens. Al mismo tiempo, los prestamistas obtienen intereses más altos que en los préstamos tradicionales sobrecolateralizados, lo que puede ser beneficioso mientras el mercado se mantiene estable.
A pesar de estos avances, los préstamos con NFT siguen dependiendo de manera significativa del sentimiento del mercado. Los prestatarios deben vigilar las fluctuaciones de precios, ya que una caída brusca puede provocar liquidaciones automáticas. Esta sensibilidad a la volatilidad es una de las razones por las que los reguladores continúan clasificando esta modalidad como un mecanismo financiero emergente y todavía inmaduro.
El proceso para obtener un préstamo con un NFT es técnicamente sencillo, aunque económicamente complejo. El usuario transfiere el activo a un contrato inteligente, donde permanece bloqueado hasta la devolución de la deuda. El prestamista aporta la cantidad acordada en stablecoins o criptomonedas según el valor del NFT y su liquidez. Las condiciones del préstamo, el interés y el plazo quedan fijados directamente en el contrato.
La valoración es el factor más desafiante. A diferencia de los tokens fungibles, los NFT son únicos, y su precio depende de su rareza, de la demanda de la comunidad y de ventas recientes de activos comparables. Para 2025, las herramientas automáticas de valoración han mejorado sensiblemente, pero la evaluación final sigue teniendo márgenes de incertidumbre, sobre todo en colecciones de nivel medio con volúmenes de negociación inconsistentes.
Al finalizar el plazo, el prestatario devuelve el capital más los intereses. Si no paga a tiempo, el prestamista adquiere la propiedad total del NFT. Este mecanismo fomenta la disciplina financiera, pero también expone al prestatario a la pérdida completa del activo si la liquidez disminuye de manera repentina.
Emplear NFT como garantía ofrece acceso a liquidez que antes no estaba disponible para los propietarios de arte digital, terrenos virtuales u objetos de videojuegos. En muchos casos, los titulares pueden obtener financiación sin renunciar a la posible revalorización de sus activos digitales. Este mecanismo es comparable al préstamo sobre bienes de lujo tradicionales, pero sin intermediarios ni restricciones geográficas.
La estructura descentralizada de los préstamos con NFT reduce la dependencia de los bancos convencionales. Los contratos inteligentes gestionan de forma automática los pagos, los intereses y las liquidaciones, reduciendo el margen de error humano. Para los usuarios activos del ecosistema, esto permite redistribuir liquidez hacia otras inversiones, cubrir costes o gestionar riesgos sin vender activos valiosos.
Además, la participación creciente de instituciones financieras aporta mayor credibilidad al sector. Para 2025, varios custodios regulados comenzaron a ofrecer almacenamiento de NFT destinados a servir como garantía, lo que genera condiciones más transparentes para colecciones de alto valor y para inversores profesionales. Esto facilita la entrada de capital institucional.
No todos los NFT gozan del mismo nivel de confianza. Las colecciones de mayor reputación y volumen histórico, conocidas como blue-chip, son las más aceptadas como garantía. CryptoPunks, Bored Ape Yacht Club, Azuki y Art Blocks Curated se encuentran entre las más utilizadas debido a su liquidez incluso en periodos de inestabilidad.
Los prestamistas buscan activos con comportamientos de precio más previsibles, y estas colecciones suelen disponer de datos de valoración más fiables. Esto reduce el riesgo de sobrevaloración o caídas inesperadas del precio mínimo. Por ello, los prestatarios con NFT blue-chip suelen obtener mejores condiciones.
Esta ventaja también influye en las políticas de los protocolos. Muchos imponen requisitos más estrictos para aceptarlos, como ratios de colateralización más altos o plazos más cortos. Esto evidencia lo relevante que es la reputación de un NFT a la hora de determinar las condiciones del préstamo.

Pese a sus ventajas, los préstamos respaldados por NFT siguen siendo uno de los segmentos más volátiles del sector cripto. Una caída drástica en el precio mínimo puede activar liquidaciones rápidas, provocando la pérdida total del activo para el prestatario y dejando al prestamista con un valor recuperado inferior al esperado. Este riesgo aumenta en colecciones de carácter especulativo.
Otro desafío es la liquidez. Incluso las colecciones más consolidadas pueden atravesar momentos de baja actividad, lo que complica la liquidación rápida en situaciones críticas. Los prestamistas suelen tener esto en cuenta aplicando ratios conservadores. Los prestatarios, por su parte, deben ser conscientes de las condiciones de mercado durante la vigencia del préstamo.
La incertidumbre jurídica añade complejidad. La legislación sobre activos digitales continúa en evolución, y los NFT pueden interpretarse como propiedad, como derechos intelectuales o como una categoría completamente nueva. Esta falta de consenso afecta a la adopción institucional y a la futura regulación de los préstamos con NFT.
El futuro de los préstamos con NFT depende en gran medida de la adaptación regulatoria y de la estandarización de métodos de valoración. Para 2025, los debates sobre marcos normativos unificados se intensificaron, especialmente en temas de transparencia y protección al consumidor. La claridad legal podría atraer más participantes institucionales.
El progreso tecnológico también será determinante. Modelos de valoración impulsados por inteligencia artificial y herramientas de análisis de riesgo más precisas pueden reducir la incertidumbre de los prestamistas. Sistemas avanzados de agregación de liquidez podrían mejorar los procesos de liquidación cuando el mercado se vuelve desfavorable.
En definitiva, la colateralización con NFT probablemente evolucionará hacia un nicho especializado dentro de las finanzas descentralizadas. Aunque ofrece oportunidades reales de financiación, los riesgos de volatilidad, valoración y regulación implican que se trata de una herramienta adecuada para usuarios informados capaces de gestionar estos factores.